Treinta gestores culturales del departamento del Atlántico lograron materializar su sueño de convertirse en artistas plásticos gracias al taller “El arte es vida”, un proceso formativo impulsado por la Secretaría de Cultura y Patrimonio del Atlántico. Esta iniciativa culmina con una exposición abierta al público en el Museo del Atlántico, donde durante este mes se exhiben las obras creadas por los participantes, reflejo de un proceso artístico, personal y colectivo de gran significado.

El taller fue orientado durante tres meses por el maestro Nitho Cecilio, artista con más de cinco décadas de trayectoria, quien acompañó a personas provenientes de distintos municipios del departamento. Durante este tiempo, los asistentes —muchos de ellos sin experiencia previa en dibujo o pintura— descubrieron un camino creativo que transformó su manera de percibirse a sí mismos y de relacionarse con el arte. Para Cecilio, el proceso fue tan importante como el resultado, ya que el objetivo principal no se limitó a la enseñanza técnica, sino al fortalecimiento de la confianza y la superación de creencias limitantes.

“Pasar de no hacer nada a crear algo es fundamental”, expresó el maestro, subrayando que el taller buscó demostrar que el arte es una posibilidad real para todos. La iniciativa surgió tras un diálogo con la Secretaría de Cultura, con la intención de diseñar un proceso formativo accesible para personas sin formación artística previa. Cecilio manifestó su sorpresa y orgullo ante los resultados, destacando que cada obra posee una identidad propia, una sensibilidad particular y una notable diversidad estética.

Desde la Secretaría de Cultura y Patrimonio del Atlántico, Lázaro Cotes, antropólogo y asesor de Patrimonio, resaltó que el valor del taller va más allá del aprendizaje técnico. Según explicó, el proceso permitió que los participantes reconocieran sus historias personales, su entorno y su identidad cultural como fuentes legítimas de creación artística. Además, señaló que este tipo de iniciativas generan un diálogo entre generaciones, experiencias y territorios, convirtiendo la creación en un acto de libertad y resignificación de la vida cotidiana.

Los testimonios de los participantes evidencian el impacto profundo del taller. Jairo Badillo Jiménez, de 70 años, retomó su camino creativo con entusiasmo tras años de formación autodidacta. Su obra “Colombia sangra” refleja una mirada crítica sobre la realidad del país y simboliza, para él, el renacer de su vocación artística. Héctor García, músico de profesión, logró cumplir un sueño postergado al descubrir la pintura como un nuevo lenguaje expresivo. Sin conocimientos previos, alcanzó un nivel que nunca imaginó, plasmado en su obra “Mis anhelos”.

Por su parte, Clariel Romero, estudiante de marketing digital, encontró en el taller una oportunidad para consolidar una pasión que había desarrollado de forma empírica. Gracias a la formación recibida, afirma que hoy puede reconocerse como artista plástica. Sus obras, entre ellas “El sombrero de la tía”, “La danza de los peces”, “Los colores de las emociones” y “El jardín de la felicidad”, reflejan un universo íntimo cargado de emociones y significados.

En conjunto, el taller “El arte es vida” se consolidó como un proceso transformador que demostró el poder del arte para abrir caminos, fortalecer identidades y convertir sueños personales en obras visibles y compartidas con la comunidad.

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