Australia está a punto de implementar una de las medidas más estrictas del mundo respecto al acceso de los menores a las redes sociales. A partir del 10 de diciembre, entrará en vigor la Social Media Minimum Age Law, una normativa que prohíbe oficialmente el uso de redes sociales a menores de 16 años, convirtiendo al país en pionero global en este tipo de regulación. La iniciativa se inspira parcialmente en debates internacionales —como la reciente discusión en Europa sobre restringir los móviles en colegios—, pero va mucho más allá al enfocarse directamente en el acceso digital de los niños y adolescentes.

La propuesta, que sigue una idea similar planteada previamente en Nueva Zelanda, se aprobó en septiembre y afectará a plataformas como Meta, TikTok, Snapchat, X y YouTube. Su objetivo principal es proteger la salud mental de los más jóvenes, considerando evidencia que vincula el uso intensivo de redes con problemas como ansiedad, depresión, adicción digital y exposición a contenidos inapropiados. Para ello, la ley establece multas de hasta 33 millones de dólares para las compañías que no cumplan con sus disposiciones.
La normativa introduce una clasificación de riesgo: aquellas plataformas con mayor presencia juvenil, sistemas de recomendación algorítmica, dinámicas basadas en “likes” y notificaciones constantes serán tratadas como de alto riesgo y estarán sujetas a controles más estrictos. Además, la ley exige la implementación de sistemas robustos de verificación y reverificación de edad, capaces de impedir el uso por parte de menores incluso cuando intenten evadir los filtros mediante herramientas como VPN. También obliga a que existan canales claros para denunciar cuentas sospechosas pertenecientes a menores y, crucialmente, exige prácticas estrictas de protección de privacidad, una de las áreas más complejas tecnológicamente.
Este movimiento legislativo posiciona a Australia como un referente mundial en la regulación del acceso de menores a las redes. Otros países han debatido acciones similares —la Unión Europea, por ejemplo, estudia fijar la edad mínima en 13 años—, pero ninguno ha implementado un veto tan amplio. Por este motivo, la comunidad internacional observa con atención lo que muchos consideran un experimento global que permitirá evaluar la viabilidad técnica, legal y social de un control tan rígido.
Las reacciones no se han hecho esperar. Las grandes tecnológicas han manifestado su desacuerdo, aunque aseguran que cumplirán la normativa. Google sostiene que la ley elimina funciones de seguridad como los controles parentales, lo que podría dejar a los menores más expuestos. TikTok ha advertido que los cambios resultarán engorrosos, y Meta ya comenzó a eliminar cuentas de usuarios australianos entre 13 y 15 años, aunque reconoce que será un proceso largo; solo Instagram tiene unos 350.000 adolescentes de ese grupo de edad en el país.
Los jóvenes también han expresado resistencia. Algunos están creando cuentas con fechas de nacimiento falsas antes de la entrada en vigor de la ley, y otros recurren a administrar cuentas compartidas con sus padres. La polémica escaló aún más cuando dos adolescentes de 15 años interpusieron una demanda ante el Tribunal Superior de Australia, alegando que la ley vulnera su derecho constitucional a la libertad de comunicación política.
A pocos días de que la medida entre en vigor, las protestas continúan mientras el mundo observa si Australia marcará un precedente global en la regulación del acceso digital juvenil.
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