El Consejo Nacional de Patrimonio Cultural otorgó concepto favorable para que la champeta sea incluida en la Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación, un paso decisivo que reconoce no solo su importancia musical y dancística, sino también la complejidad cultural, social y comunitaria que la conforma. Esta aprobación abre el camino para la expedición de la declaratoria oficial, que permitirá fortalecer las acciones de protección, salvaguardia y difusión de una manifestación profundamente arraigada en el Caribe colombiano, especialmente en Cartagena y en los barrios populares donde nació y se desarrolló.

La champeta, que durante décadas fue estigmatizada y asociada erróneamente solo al baile o a ciertos entornos marginales, recibe ahora un reconocimiento integral que resalta su riqueza, su diversidad y su papel central en la identidad afrocaribeña. La propuesta evaluada por el Consejo está sustentada en un Plan Especial de Salvaguardia (PES), documento técnico y comunitario que establece las hojas de ruta necesarias para garantizar la transmisión, preservación y continuidad de la manifestación. Este plan fue presentado por la Fundación RoZtro de Cartagena, organización que ha acompañado el proceso junto a portadores tradicionales, artistas, colectivos culturales, académicos y gestores comunitarios.

El universo cultural de la champeta, tal como fue presentado ante el Consejo Nacional de Patrimonio, abarca una red de once expresiones interrelacionadas que dan forma a su identidad. Entre ellas se encuentran el género musical, caracterizado por influencias africanas, caribeñas y afrocolombianas; la danza, que se ha convertido en un símbolo de liberación corporal y expresión comunitaria; y el contexto social, que comprende las prácticas cotidianas, las dinámicas barriales y los procesos históricos que dieron origen a este fenómeno cultural.

A estas expresiones se suman el lenguaje y la tradición oral propios de la champeta, con términos, narrativas y códigos que han evolucionado en los barrios de Cartagena; la cultura picotera, un pilar histórico conformado por las enormes máquinas de sonido conocidas como “picós”; y el trabajo de artesanos y artistas que construyen, decoran y mantienen estos equipos de audio, verdaderas obras de arte urbano. También hacen parte la iconografía champetúa, que incluye colores, símbolos y estéticas visuales; los festivales y fiestas populares; los espacios físicos donde esta cultura cobra vida; los portadores de especial relevancia histórica; y la transmisión diaria de conocimientos entre generaciones.

Este reconocimiento es resultado de un proceso participativo iniciado en 2023, en el que confluyeron portadores tradicionales, bailarines, picoteros, lideresas de barrios, constructores de picós, investigadores y organizaciones comunitarias del Caribe. La participación de estos actores permitió construir un documento riguroso y representativo que recoge la memoria, las prácticas y las perspectivas de quienes mantienen viva la manifestación.

Viviano Torres, reconocido portador de la champeta, destacó durante su presentación ante el Consejo que este avance constituye “un logro para nuestras comunidades”, subrayando la importancia de que la champeta sea entendida como una manifestación que trasciende el baile o la música y se convierte en una expresión identitaria profunda del Caribe colombiano. Con este concepto favorable, Colombia se encamina a reconocer oficialmente una de sus expresiones culturales más vibrantes, resilientes y representativas.

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