Por: Redacción.

En este avance de la tecnología, la plaza pública de los políticos pasó de estar al aire libre a las redes sociales como Facebook, Instagram Y Twitter. Estas plataformas digitales son ahora el fuerte de los aspirantes a cargos públicos.

En estas redes sociales no pueden interactuar los periodistas y editores de los medios de comunicación de forma personal, claro está que si pueden preguntar por medio de estas plataformas, pero la cuestión es que los políticos se dan el lujo de responder o no a preguntas que le comprometan.

En esta nueva modalidad de proselitismo, el periodismo de antaño y su papel a la hora de sustentar la democracia– se ha vuelto obsoleto.

La libertad de expresión incluye el derecho a recibir e impartir información sin interferencia, lo que involucra a los valores de libertad de prensa y pluralismo de los medios tal como están plasmados en la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea. Hay estudios que demuestran que la mayoría de la gente prefiere fuentes noticiosas confiables y pluralistas; el trabajo de los responsables de las políticas es permitirles tomar conciencia de esta preferencia.

No hay una fórmula mágica para combatir la desinformación. Solo las estrategias que involucren a múltiples participantes y difundan la responsabilidad en todo el ecosistema de noticias, teniendo en cuenta los derechos fundamentales que esto implica, pueden ofrecer defensas adecuadas contra la desinformación.