Por: Redacción.
Andrés ‘El Turco’ Gil perderá su casa, el lugar donde generaciones tras generaciones se han formado músicos, reyes vallenatos y una gran camada de acordeoneros que hoy pueden decir con orgullo que viven de la música.
A pesar de la figura que representa el maestro para el folclor vallenato, el banco ordenó desalojar para el 20 de junio la casa donde funcionaba la Academia ‘El Turco Gil’, lugar en el que cientos de niños vieron en la caja, la guacharaca y el acordeón un futuro alejado de las drogas y la violencia.
“Esos niños son mi vida, Dios proveerá, la verdad que me duele todo esto, que los dejen en la calle”, dijo en abril en una entrevista al programa La Red.
Orden de desalojo para el Turco Gil
El maestro adeuda $403 millones al Banco Davivienda de un préstamo de hipotecario que hizo hace cuatro años por $257 millones, el mismo que esperaba pagar con la firma de varios contratos con la Alcaldía de Valledupar y la Gobernación del Cesar.
En 2018 el alcalde Augusto Daniel Ramírez Uhía lo llamó a su despacho para prometerle una ayuda como retribución al aporte que ‘El Turco’ ha hecho con el folclor, sin embargo, el anuncio quedó solo para rellenar espacio en la prensa local.
“Eso se quedó en blablá, en anuncios, incluso lo voy a decir alcalde, buen amigo mío, Augusto Ramírez ‘Tuto’ Uhía… Me llamó ‘maestro venga a mi oficina, a mi despacho, que lo voy a ayudar’; anunció un contrato que me iba a dar para dar clase en los corregimientos, pero fíjate, ya van para un año: yo creo que ya tenemos un año y no se han dado las cosas”.
Lo cierto es que la casa ubicada en el callejón de ‘La Purrututú’ en el centro histórico de la ciudad será embargada por el banco, dejando en la calle a la hermana del maestro y seis niños de bajos recursos que adoptó y hoy están bajo su protección.
El Turco Gil ha pensado en el suicidio
Las promesas no cumplidas y las deudas que se extienden a los famosos ‘pagos diarios’ han sumergido al maestro de figuras como Sergio Luis Rodríguez, Manuel Julián Martínez y otros acordeoneros del folclor, en una depresión que le ha puesto al borde del suicidio.
“Ya yo no tengo nada que decir, hoy en día me siento sin fuerzas y sin ánimo. Ni las melodías del acordeón me logran levantar de esta tristeza. Hasta he pensado en quitarme la vida”, reveló a un medio local.
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Cortesía: Primera Línea