Por: German Agámez.

*“Al señor Verano habría que decírselo, recordarle que no puede estar borrando la historia para que mañana los cachacos vengan a decir que el fútbol, que el cine y que todo lo que entró por Puerto Colombia llegó primero a Bogotá”, sentenció Consuegra.

“A mi me parece que el Gobernador Verano ha asumido una actitud irreverente e irrespetuosa, al demoler la estructura del muelle de Puerto Colombia, lo cual puede considerarse como una infamia para la memoria colectiva del país”, así se expresó el arquitecto y restaurador, Ignacio Consuegra Bolívar al ser interrogado por la Unidad Investigativa del Diario La Libertad, sobre el candente tema que acapara la atención de los atlanticenses en los últimos días.

Agregó Consuegra que el muelle de Puerto Colombia, no es un bien del gobernador, ni del departamento, es del país. “Esta obra, entre otras cosas, se hizo con un capital de todo un país, con el tributo de todos los colombianos, además, me parece irresponsable, sobre todo porque el muelle tiene mucho que contar enmarcado todo en una historia larga”, dijo.

La historia del atentado a este patrimonio, según el arquitecto Consuegra, se inició hace varias décadas. “El muelle comienza a demolerse desde hace más de 70 años, cuando Barranquilla tomó la decisión, a través de unos dirigentes, de trasladar el muelle marítimo al muelle fluvial y todo para poder apropiarse de unas tierras que están donde está ahora el puerto y eso no se hizo subrepticiamente, se hizo de manera premeditada y prohibieron después la navegación y la llegada de barcos allá al muelle de Puerto Colombia. Incluso, cuentan que en un barco holandés trajo una carta en la que nos mandaban a decir que no fuésemos brutos, que eran dos puertos; que si querían robarse una tierra y hacer otro puerto, que dejaran el marítimo, conservando la Isla Verde que era lo que protegía el muelle y eso nos daba la oportunidad de tener dos puertos”.

Agregó Consuegra Bolívar que los concejales de Barranquilla de esa época, hicieron un acuerdo para prohibir rotundamente la llegada de embarcaciones allá (a Puerto Colombia) y comenzó la gente que vivía de eso a ejercer una especie de contrabando, trayendo mercancía y bajándola de los barcos de manera clandestina. “Entonces nuestra flamante dirigencia, que siempre ha tenido más alcance que lo que el colectivo se imagina, mandaron a levantar los rieles del ferrocarril; no se sabe si los levantaron o se los robaron; la otra cosa es que ahí debía estar el testimonio de por dónde iba el ferrocarril y hoy podría este ser un tren turístico”.

Explica Ignacio Consuegra, lo que sucedió posteriormente. “Todo eso ha ido desapareciendo; lo que ocurrió después de algunos años, fue que se perdió la posibilidad de que la Isla Verde que era una franja de tierra que proseguía al muelle, siguiera siendo una barrera protectora. Rompió el mar esa barrera y la atrajo hacia acá y llegó ahí donde está la caseta del muelle. Todos recordamos que hace unos 15 años uno caminaba el muelle y bajaba hasta allá. En ese momento hubo una segunda oportunidad de recuperar el muelle que no estaba tan deteriorado”.

Ignacio Consuegra, especialista en restauración y monumentos históricos, nos recuerda que, acciones como las cometidas contra el muelle están prohibidas a nivel internacional. “Hay normas sobre patrimonio que restringen que se puedan de demoler los monumentos, porque estos tienen un valor, no por su forma, sino por lo que aconteció allí. Habría que decirle al doctor Verano, que quizás allí hay uno de sus antepasados enterrado en los cimientos; quizás él no sabe, como si me lo contó mi padre, que cuando se hizo ese muelle, muchas personas prestaban su colaboración y para hacer los cimientos que son los huecos para levantar las columnas, a muchos les prestaban una careta y comenzaban a sacar agua mientras venía un barco cargado de concreto para tirarlo allí y muchas personas quedaron sepultadas en los cimientos de ese muelle, el mismo que está recogiendo ahora el amigo Verano para botarlo en basureros o tenerlo en su casa, no sé”.

Agrega Consuegra que el problema también es el tiempo. “Hay reglas que ponen ciertas restricciones a los restauradores. Es cómo ir uno a las pirámides de Egipto o las de los Aztecas y demolerlas y hacerlas nuevas; la tecnología con una máquina las podría hacer en dos días, porque ya han pasado dos siglos y la tecnología ha avanzado, pero es que el valor está en lo que hicieron ellos al construirlas; son aquellos materiales, con aquellas posibilidades y con aquellas restricciones sobre el recurso humano. Entonces yo creo que más que todo, lo que está sucediendo aquí es uno de los múltiples conceptos de ignorancia que tenemos entre nuestros dirigentes y creo que además de eso, hay alguna intención de borrar la historia de Barranquilla, la historia de esplendor que trajeron muchos europeos, entre ellos, alemanes que trajeron el arte y la cultura”.

“Al señor Verano habría que decírselo, recordarle que no puede estar borrando la historia para que mañana los cachacos vengan a decir que el fútbol, que el cine y que todo lo que entró por Puerto Colombia llegó primero a Bogotá”, sentenció Consuegra.

Añadió que, “esos monumentos tienen un valor más histórico, más apreciativo. No tienes que poner negocios allí, eso es una gran farsa. Los monumentos históricos son para contemplarlos, son contemplativos, no tienen nada que ver con negocios que le vayan a instalar en sus cercanías, además de eso, como me lo decía un taxista que pareciera que tuviera más inteligencia que todos nuestros dirigentes, para qué un muelle que pase el agua por debajo; mejor es que le metan piedra por debajo y lo convierten en un espolón, porque ya el muelle no se necesita, porque por ahí no va a llegar ningún barco. Así que este es un debate que apenas comienza y que podría ser tema de una gran tertulia”, indicó.

Anécdotas e historias
Sostuvo además el arquitecto que, podría buscarse el apoyo de organismos internacionales como la UNESCO, para que vengan a ver los desaciertos y las anormalidades que nuestros dirigentes hacen sobre nuestro patrimonio. Yo he leído mucho sobre eso y mi abuelo y mi padre me contaron, porque porque mi padre pasó la luna de miel en Puerto Colombia en un hotel, cuando eso era esplendoroso y había una bahía que comparaban con la de Miami; ahí en la Cinemateca hay archivos de cómo era lo que se llamaba la laguna de La Isla Verde, que era lo que hoy es Sabanilla; allí había peces de colores que saltaban y mi madre que aún está viva, era la campeona de sacar sardinas con la mano, ya que hacían un concurso para sacar sardinas con la mano, no con instrumentos y la juventud de ese tiempo en Puerto Colombia iba a competir para ver quién sacaba el mayor número de sardinas en un tiempo determinado. Todo eso lo cuento en el libro de la Estación Montoya, el cual se lo he regalado a Verano como tres veces; el problema es que no tiene tiempo para leerlo, pareciera que no le interesa leer nuestra historia, inclusive esa manera como podemos nosotros construir, y ya lo único que ha quedado es una pobre Secretaría de Cultura o una Sociedad de Arquitectos que no aguantan una degustación de mermelada con galleta de soda y agua de panela en bolsa plástica. No hay a quien le duela”.

Continuó narrando Consuegra Bolívar que, después que se abandona el muelle, cuando se elige en Puerto Colombia al primer alcalde por votación popular, que fue el doctor Eduardo Santos Ahumada, la misma comunidad compraba cemento e iban tapando los huecos que tenía el muelle. Él estaba convencido de que había que mantenerlo. En esos tiempos, recuerdo que yo estaba recién graduado de restaurador y le presté mi colaboración de manera gratuita, porque yo también me fui a vivir a Puerto Colombia y después, todos los días dirigía las obras. Luego el área metropolitana regaló la iluminación y uno iba al muelle con las chicas; eso parece que hubiera sido ayer, pero nadie se acuerda; después llegó un personaje de poca monta y aterrizó ahí, uno que tiene nombre de héroe, creo que es Camilo Torres y de ahí para adelante ningún alcalde fue capaz de comprar una bolsa de cemento para echarla y resanar al pobre enfermo, y se le dijo al señor Camilo Torres muchas veces que el muelle no necesitaba sino unas bolsas de cemento; pero lo más importante era hacerle un malecón, hacerle un tajamar allá donde estaba la terminación de la caseta porque la parte inicial, la que hoy están demoliendo estaba en una bahía apacible, que cuando ya íbamos hace 15 años estaba llena de mierda, de latas de gaseosa y de todas esas cosas y a los pescadores los veía uno tirando la atarraya, pero ahí no había posibilidades de que se cayera el muelle porque no había oleaje, el oleaje estaba ya después de la caseta y este señor entonces no ordenó que hicieran el tajamar allá”.

En ese tiempo Barcelona, para la época de sus Juegos Olímpicos se inventó una cosa que eran unos grandes trápodos de concreto, que eran unas columnas de concreto para tirarlas y ellas se van ensanchando una con otra y se forman malecones y le van ganando terreno al mar. Eso se está haciendo en Holanda y en otras partes de Europa. Pero estos aquí, no les gustaba el negocio, lo que querían era que se cayera el muelle para que hubiera plata, y entonces participar en la contratación. Nosotros aquí estamos imbuidos en una selva de corrupción, ignorando la historia”, concluyó Ignacio Consuegra Bolívar

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