Se aproximan las elecciones, el 27 de octubre, y desde que la mujer obtuvo el derecho a elegir tiene en sus manos los designios de estos próximos 4 años. Han sido incansables luchas, por las que las mujeres han librado para que se respeten sus derechos al sufragio, y una de las pioneras de esta revolución fue Sylvia Pankhurst. Hoy puede sonar inocente, hasta ingenuo, arriesgar la vida por un derecho que aparece tan restringido, tan recortado, como es el derecho a votar. Sin embargo, hasta principios de siglo XX, las mujeres estaban privadas de ejercerlo, tenían el mismo estatus que legal que un infante o una persona con problemas mentales, no podían disponer de su vida.
Sylvia Pankhurst?, nació en Inglaterra en 1882 en el seno de una familia acomodada pero de tradición socialista. Junto a su madre Emmeline y su hermana Christabel, conocidas como “Las Pankhurst”, se transformaron en un emblema del movimiento feminista, por su lucha por el derecho al voto para las mujeres.
Sylvia estaba convencida de que las demandas de las mujeres debían confluir con las de la clase trabajadora, ya que tanto unas como otros estaban excluidos de los derechos democráticos elementales. Las mujeres no eran las únicas que no podían votar, tampoco podían hacerlo los varones que fueran obreros con bajos salarios (la mayoría de la clase trabajadora).
A los 24 años, Sylvia Pankhurst abandonó sus estudios universitarios y, en 1911, publicó Historia del movimiento sufragista. En ese momento, empezaban a surgir sus diferencias con la Unión fundada por su madre.
Sylvia no estaba de acuerdo en apoyar al gobierno británico en la guerra, como sí lo hacía su madre Emmeline, quien llamaba a las mujeres a movilizarse por el derecho al voto, pero bajo el lema “Rights to serve” (Derechos para servir). Sylvia, años más tarde, se refería a este período con estas palabras: “Para mí, eso era una traición trágica al movimiento (…) Trabajamos continuamente por la paz, enfrentadas a una dura oposición de viejos enemigos y, lamentablemente, a veces de viejos amigos”.
Tanto es el patrioterismo de Emmeline Pankhurst que cambia el nombre del periódico de la Unión, de La Sufragette (La Sufragista) al nacionalista La Brittannia, bajo el lema “Por el Rey, por el País, por la Libertad”.
Sylvia, finalmente, se apartó de la organización y la Federación de Sufragistas del East End comenzó a funcionar de forma independiente, también fundó el Ejército de Mujeres por la Paz, que trabajaba en los barrios obreros tratando de paliar las consecuencias de la guerra que sufrían las viudas y las familias. Bautizó el periódico que editaba para mujeres trabajadoras como El Acorazado de las Mujeres, en homenaje al acorazado Potemkin de la Revolución Rusa de 1905.
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