Por Adlai Stevenson Samper

A raíz de la presentación; con presidente Duque a bordo, del nuevo proyecto arquitectónico multifuncional denominado Arena del Río presentado en un impresionante render, aparecieron por arte de magia de la memoria, sacados del cubilete de un mago urbano, otros proyectos similares mostrados en los últimos 10 años generadores de bellas esperanzas de redención y que tras su alharaca inicial terminaron escondidos en la memoria de alguna computadora, montados en la red social YouTube o en algún otro archivo dando fe de su perfecta inutilidad.

En este primer año de mandato del alcalde Jaime Pumarejo la cosecha de proyectos continúa imparable, tal el lema esencial de su gobierno. Uno tras otro van saliendo, con o sin covid, con o sin presupuesto pues lo esencial, la percepción que ofrece, es que a falta de presupuesto para ejecución de obras por caja esmirriada, buenos son estos proyectos rimbombantes hechos con toda la técnica maravillosa del diseño digital llamado renders.

Este concepto gráfico es usado ampliamente en arquitectura y urbanismo para reemplazar las maquetas –¿recuerdan los sueños de maquetas?- y las perspectivas en acuarela ya que los renders tienen la ilusión del más increíble engaño imitando la realidad, pues permite superponer sobre fotografías, crear texturas, aguas, vegetación, sombras, fotos reales de humanos, vehículos dando al final tras la pasada por la imagen digital una apariencia casi del cien por ciento realista, lo cual convierte a esta herramienta en fantástica para inducir engaños o persuadir de la inminencia de la obra real.

García Márquez relata en uno de sus cuentos, quizás el del triste senador Onésimo Sánchez recorriendo los irredentos pueblos de la provincia con su troupe, que más que políticos en campaña parecían de circo pobre, con efectos de oratoria cuando les señalaba a los habitantes de Macondo –pueden ser también los del Platanal de Bartolo- que muy pronto llegarían a su minúsculo puerto las maravillas de los grandes transatlánticos. Llegado este punto de la carreta, los asistentes del senador en proselitismo, desplegaban detrás de la multitud expectante llevada a la plaza con ron y promesas de cumbiamberas, un telón inmenso en donde navegaban airosos los buques echando su humareda de chimeneas a los vastos espacios. Allí hacia una dramática pausa el senador señalando al fondo; y todos volteaban para encontrarse con la gigantesca estampa desplegada a sus espaldas.

En Barranquilla todos soñaban con los augures del presente año. Se celebraría la famosa asamblea del Banco Interamericano de Desarrollo para lo cual se construyó un edificio acristalado en el malecón, por un lado, y por otro empezaba la ronda eliminatoria al mundial de fútbol.  De malas el mórbido covid que vino a desplazar tan hermoso panorama para situar la conversa publica en cifras de contagiados, en incultura ciudadana, rompiendo todos los pronósticos nacionales en letalidad y expansión. En síntesis, el virus dañó las perspectivas situando los campos de acción de la alcaldía en derroteros inusitados frente a una serie de carencias presupuestales.

Como pudo se cumplieron las pírricas ayudas y asistencias para el virus. Pero todo problema tiene su lado positivo y es que no fue necesario echar a andar planes grandiosos de desarrollo urbano –que son los que impresionan a la galería- pues la agenda sustancial se encontraba copada con enfermos, hospitales y muertos. Por lo menos en esa primera etapa así sucedió, mientras el BID, conjuntamente con el presidente Iván Duque decidían el 10 de marzo de 2020 aplazar la asamblea a celebrar en Barranquilla proponiendo una agenda nueva para la mitad de septiembre de 2020.

La Alcaldía de Barranquilla no tuvo ninguna injerencia en esta situación y por el contrario, si hubiese sido por su voluntad, esta se hubiera celebrado en la ciudad. El 9 de marzo de 2020 la emisora Blu Radio reproduce una intervención del alcalde Pumarejo: “los riesgos han sido minimizados para la asamblea. Se hará un completo seguimiento a cada persona que llegue a la ciudad. Hemos estructurado un protocolo en el que cada visitante nos informa con antelación dónde ha estado las últimas semanas, dónde vive y cómo es su salud. Así que el riesgo se minimiza porque contamos con la información necesaria. Al mismo tiempo, nos están dando la posibilidad de sacar un seguro global para atender a toda la población que viene”.

Vanas expectativas pues la reunión se aplazó en forma indefinida. Con el agravante que Luis Moreno, presidente de esa institución multilateral financiera internacional se le cumplía el periodo y debería salir. Mala cosa para sus amigos en Barranquilla en donde tienen tantos intereses en el sector constructor con la compañía de su familia Amarilo presente en las obras de la ciudadela Alameda del Río en la circunvalar y por lo menos en intención, en el desarrollo urbanístico de la isla La Loma I.

Una buena parte de la renderización de proyectos en Barranquilla surge de estas expectativas de desarrollo urbano e inmobiliario. Desde el año 2013 Roberto Prieto, en ese momento representante del Banco Interamericano de Desarrollo para Colombia había expresado en la prensa: “se está estudiando el préstamo de 100 millones de dólares para Barranquilla al ser una de las capitales que está incluida en el plan de ‘Ciudades Sostenibles’, por los programas que ha venido desarrollando en materia de infraestructura”. En septiembre de 2017 el BID aprueba el crédito de 100 millones de dólares para la ciudad, para “obras de infraestructura y proyectos culturales”.

El dinero fue financiado en Colombia a través del Findeter. Total, que estos recursos se invirtieron efectivamente en obras de infraestructura y nada en el sector cultural, dando origen a procesos de renderización de posibles proyectos en donde se encausaban estos u otros posibles recursos. Además, en la ciudad había un componente en su imaginario en el sentido que no se proponían ni se planteaban obras y que por lo menos estos gobernantes estaban planteando cambios importantes, no importa que fuesen en gráficas tridimensionales y como al fin de cuentas no tiene nada ilícito mostrar fantasías para cobrar aplausos en las encuestas y en las percepciones urbanas que las cosas están definitivamente en proceso de franca mejoría.

No importa que estas percepciones sobre estos proyectos renderizados cuesten en los respectivos estudios y en sus procesos de convertirlos en seductoras gráficas para adornar discursos, los boletines oficiales de comunicaciones y la portadilla de la Gaceta Distrital. Este año, para no remontarnos atrás, llevamos una serie de expectativas renderizadas que van desde los cambios en la contaminada ciénaga de Mallorquín, el tren turístico a Bocas de Cenizas, el bus fluvial por el Magdalena, el mercado de Barranquillita, los nuevos caños y edificios cercanos a sus riberas, el replanteamiento del mercado público, calles del Centro y demás, sumadas al concurso promovido por el BID en el que participan estudiantes y expertos de las facultades de arquitectura con el objetivo de darle un nuevo planteamiento a los callejones abandonados del Centro y el mercado.

Pero más curioso es que el alcalde Pumarejo decida emprender un viaje a Washington a la sede del BID para entrar en dialogo con su nuevo presidente Mauricio Claver-Carone para insistirle, para confirmarle; esa fue la causa del viaje según informaciones oficiales, sobre la necesidad de las deliberaciones de la asamblea en la ciudad, asunto que por demás, pertenece a la potestad de los directivos de la institución financiera y no a la alcaldía que se empeña en presentar el hecho como una “oportunidad histórica”.

Es posible. Como también cabe la posibilidad que se postergue otra vez por la causa latente del virus o que decidan aplicar los alcances tecnológicos y se haga, como todo ahora, por vía de una multiplataforma de encuentros y conferencias virtuales. El propio presidente del banco lo señaló: “Estamos creando una base, veremos en qué estamos en temas de seguridad y sanidad, ya que sería la primera reunión híbrida, en la que habría organización presencial y digital”. De modo que la fanfarria sobre reactivación económica con ocasión del evento presentida con tanto entusiasmo por el alcalde no es tan alentadora como parece.

Pero más allá de reuniones protocolarias, de preparativos de asambleas bancarias como tema de agenda de un alcalde se encuentra la verdadera realidad presupuestal y es apostar con esta institución a un nuevo préstamo que permita que algunos de estos maravillosos y fantásticos renders se conviertan en realidad. Pumarejo en la página web de la alcaldía lo dice sin reparos: “Barranquilla es la alumna más aventajada del BID, un caso de éxito que debemos mostrarle al mundo y que sigue su transformación de cara hacia el futuro”.  

¿Y qué espera tan aventajada alumna de tan insigne profesora? El alcalde tiene la táctica respuesta: “Estamos apostándole a nuevos financiamientos, cooperaciones técnicas y que ayudarán a seguir visibilizando a la ciudad, un impulso para mejorar la calidad de vida y mejoramiento del empleo para los barranquilleros. Queremos seguir siendo y creciendo de la mano de ellos”.

Seguir siendo y creciendo de la mano de la profesora BID. Nada mal la histórica y pedagógica frase si a través de ella aparecen los recursos que pagaran nuestros bisnietos para que las fantasías urbanas plasmadas en esa multiplicidad de renders constituyan palpable realidad.

La Unidad investigativa de La Libertad a puesto la lupa en otras ‘perlitas’ que adornan los proyectos de ciudad  y por ello en una próxima entrega mostraremos las características del préstamo de 100 millones dólares desembolsado por el BID a través de Findeter y los compromisos respectivos sobre la utilización específica de estos recursos en proyectos culturales y ambientales.

#cadenaradiallalibertad