Por: Maria Alejandra Barrios

El barranquillero Carlos Vergara, Master en Artes Plásticas y Diseñador Gráfico, residente actual en Viena, Austria, tendrá la oportunidad de participar en la exposición de arte, ‘Delay’, en el increíble Zacherlfabrick in Vienná 19th District, este lunes 17 de mayo.

“Mi trabajo se sitúa en una especie de espacio intermedio. Mi generación nació en la transición entre el mundo analógico y el digital, lo que nos enfrenta a una concepción particular de lo que es real y lo que no. Comprender esta posición me permite situarme en la periferia de diversos escenarios, donde busco desarrollar un lenguaje que trate de lo propio y de lo ajeno, del aquí y del allá, del pasado y del futuro. Cuestionando como nos adaptamos a un mundo en constante cambio en un intento de materializar el vacío, la ausencia, el tiempo, la memoria y otros conceptos alusivos a la melancolía”, dijo el artista.

Asimismo, agregó que aunque la fotografía fue la principal herramienta a partir de la cual desarrollo su trabajo, técnicas como el dibujo, el collage o la escultura son otros medios que utilizó para crear imágenes, objetos e instalaciones. “Me interesan mucho la capacidad escultórica dentro de la fotografía como medio y la relación entre lo bi-dimensional y lo tri-dimensional. Al explorar esta relación, pretendo plantear preguntas sobre la naturaleza de mis propias imágenes. Esconder, cubrir, borrar y superponer. Utilizando el humor y la ironía como trucos para generar un diálogo, ofreciendo no sólo evidencias sino también invitando al espectador a investigar y a descubrir nuevas lecturas dentro de las capas tanto conceptuales como materiales de la obra. El acto de manipular la imagen se convierte en un gesto para dar forma al no-espacio, para visualizar la presencia de la ausencia”, compartió Vergara.

‘Caribbean Dreams’ será una de las obras que Carlos expondrá durante la galería de arte, en la que construye un escenario situado entre la realidad y la ficción, en el experimenta su propia herencia, a base de sus propios recuerdos, invitando al espectador a convertirse él mismo en turista. Como una especie de tótem, una torre de sillas de plástico rojas apiladas y erigidas en el espacio se convierte en la pieza central. El espectador se enfrenta a una composición de plástico perforada por una palmera, sólo para descubrir de cerca su plasticidad que la desvela como una mentira, una falsificación. Se convierte en la evidencia de una construcción ficticia de un lugar que no existe ni aquí ni allí.

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