Por: Redacción
Cortázar No dio muchas explicaciones sobre los Cronopios, personajes que creó y que según él eram «verdes y húmedas dibujos fuera del margen o poemas sin rimar»
Julio Cortázar, considerado uno de los más brillantes escritores argentinos de todos los tiempos, nació el 26 de agosto de 1914 y murió en París el 12 de febrero de 1984. donde residía habiendo adoptado la nacionalidad francesa.
Esta decisión fue tomada en 1981 como protesta contra el régimen militar argentino, si bien hay que señalar que desde 1951, ya no residía en su país desde 1951, cuando partió a París, molesto con la dictadura de Juan Domingo Perón.
-El que mis libros estén presentes desde hace años en Latinoamérica no invalida el hecho deliberado e irreversible de que me marché de la Argentina en 1951 y que sigo residiendo en un país europeo que elegí sin otro motivo que mi soberana voluntad de vivir y escribir en la forma que me parecía más plena y satisfactoria- le escribió en una carta a su amigo, Roberto Fernández Retamar.
-Esa soberana voluntad de vivir y escribir en la forma que me parecía más plena y satisfactoria, queda plasmada y evidente cuando señalo que los cuentos solo se deben escribir cuando se conocen sus leyes, pero advierto que no hay tales leyes y que sólo se debe hablar de puntos de vista- indica, agregando que
-En las obras de escritores como Neruda, Asturias, Carpentier, Arguedas, Cardenal, García Márquez, Vargas Llosa y muchos otros, el lector encontró más que poemas y más que novelas y cuentos, sin que esos libros contuvieran necesariamente mensajes explícitos. Encontró signos, indicaciones, preguntas más que respuestas, pero preguntas que ponían el dedo en lo más desnudo de nuestras realidades y de nuestras debilidades; encontró huellas de la identidad que buscamos– afirma
Y en efecto, son signos, indicaciones, más que respuestas, lo que encuentra quien lea su famosa breve narración Historia Verídica, en la que cuenta el episodio de un hombre de mediana edad -a quien se le caen unos anteojos -entre otras cosas muy costosos- y al recogerlos, lo hace con una sonrisa de satisfacción pues están intactos.
Pero previendo que en una próxima oportunidad no tendría tanta suerte, decide comprar un lujoso y costoso estuche de interior acolchado, esponjoso, que proteja los anteojos de una nueva caída.
Ahora se cae el estuche, pero cuando el hombre lo levanta del suelo y lo abre, se da cuenta con consternación profunda que los espejuelos se han roto y convertido en inservibles fragmentos.
¿Qué pasó? ¿Por qué el almohadillado estuche protector no puso salvar los anteojos? ¿Por qué en cambio cuando cayeron sin tener la debida protección no se rompieron?
Nada. No hay respuestas y ese es para Cortázar el secreto del éxito en el cuento. El lector queda en ascuas, sumergido en un mar de hipótesis, por lo menos hasta leer la narración siguiente.
Y hay muchos, muchísimos ejemplos de preguntas y más preguntas como en esta breve descripción de Gabriel García Márquez
-Un niño de unos cinco años que ha perdido a su madre entre la muchedumbre de una feria se acerca a un agente de la policía y le pregunta: “¿No ha visto usted a una señora que anda sin un niño como yo?”
Jorge Luis Borges, en su poema Ajedrez
Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza?
De igual manera, hay consejos para quienes buscan y rebuscan temas que luego descartan al creer que gracias al asunto que se trate, la narración será buena o mala
[Cuando un cuento es malo], no es malo por el tema, porque en literatura no hay temas buenos ni temas malos, solamente hay un buen o un mal tratamiento del tema. Tampoco es malo porque los personajes carecen de interés, ya que hasta una piedra es interesante cuando de ella se ocupan un Henry James o un Franz Kafka. Un cuento es malo cuando se lo escribe sin esa tensión que debe manifestarse desde las primeras palabras o las primeras escenas- dice
Por otro lado, está ese singular personaje creado por él llamado El Cronopio, un ser verde y húmedo, sobre el que nunca dio demasiadas explicaciones
Lo usó por primera vez en 1952, cuando escribió sobre un concierto ofrecido por Louis Armstrong, en el que plasmó una visión que tuvo años antes en el Teatro de los Campos Eliseos, cuando «vio» unos globos verdes que flotaban en el salón.
De su libro, de su libro Historias de cronopios y de famas, el siguiente relato, llamado Historia
Un cronopio pequeñito buscaba la llave de la puerta de calle en la mesa de luz, la mesa de luz en el dormitorio, el dormitorio en la casa, la casa en la calle. Aquí se detenía el cronopio, pues para salir a la calle precisaba la llave de la puerta.
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