Es bueno señalar -de manera tangencial, eso sí- que era tanta su influencia en toda el área del Caribe, que los políticos de la región lo asediaban. Todos buscaban si no su apoyo, por lo menos una mención, una alusión, que los consagrara frene al electorado
Por PepeComenta
Dos fueron mis grandes frustraciones en el periodismo: No haber podido escribir para un periódico del idioma inglés y no haber trabajado en radio con el Maestro Marcos Pérez Caicedo, un personaje genial, sobresaliente.
De sus éxitos periodísticos, de sus logros, de sus campañas cívicas y de la monstruosa sintonía alcanzada por su programas, se ha escrito bastante. Por eso solo voy a referirme su gran capacidad de improvisación, a su ingenio agudo y a sus fenomenales y oportunas salidas.
Es bueno señalar -de manera tangencial, eso sí- que era tanta su influencia en toda el área del Caribe, que los políticos de la región lo asediaban, Todos buscaban si no su apoyo, por lo menos una mención, una alusión, que los consagrara frene al electorado.
Tanta era su penetración en el área, que solo con el respaldo de Marcos Pérez, sin grandes inversiones, con muy pocos recursos económicos y enfrentado a poderes casi omnipotentes del centro del país, el candidato presidencia de la región costeña, Evaristo Sourdís, obtuvo más de 300 mil votos.
-No se puede negar el poder de Marcos Pérez en esta zona del país– diría con posterioridad el senador del Magdalena, José Ignacio Vives Echeverría en ese momento encarcelado y líder de la extinta Anapo, dirigida por el expresidente, Gustavo Rojas Pinilla.
Pero vuelvo al Marcos Pérez Caicedo, hombre de radio. Sus narraciones beisboleras se escuchaban tanto en la Costa Norte, que se convirtieron en un referente. Escritores de talla universal como Manuel Zapata Olivella, David Sánchez Juliao y el Nobel Gabriel García Márquez, no dudaron en dedicarle un aparte en sus libros.
Mi padre, era un oyente suyo en las transmisiones del béisbol profesional de los años 50 y gracias a eso empecé a seguirlo.
A través de sus narraciones, los barranquilleros nos enteramos de que el lanzador cubano de origen japonés, Joe Nakamura, perdía ante cualquier equipo, pero se convertía en un monstruo para derrotar al Willard.
Este equipo trajo un portentoso trío de peloteros de extraordinario bateo, Brooks Robinson -sí, ese mismo que está en el Hall de la Fama y considerado uno de los mejores tercera base del mundo- Tito Francona, jonronero con Cleveland en las Grandes Ligas- y Bob Nelson, terceto al que bautizó como El Callejón de la Muerte.
Fue tan fuera de lo común lo de Nakamura, que la orquesta de Pacho Galán -lo mejor y más escuchao de Colombia en ese entonces- le dedicó el merecumbé, Ve Lo que Haces
En una ocasión, narrando en el antiguo Tomás Arrieta –hoy Edgar Rentería– Marcos Pérez sorprendió a todos los que escuchaban su transmisión en el escenario.
-Un roletacito manso a manos del lanzador...– dijo y era un batazo larguísmo hacia el jardín central
Todos miraron a Marcos y le trataban de decir que era un flya que acababa de atrapar el centerfielder.
-Me equivoqué a propósito. Sólo lo hice para darme cuenta de si ustedes me estaban escuchando a no- dijo entre risas. Los aficionados aplaudieron.
-No es de extrañar ese sentido del humor y mucho menos las mamaderas de gallo de Marcos Pérez –me dijo en alguna ocasión otro grande, ya desaparecido del periodismo, Mike Scmulson– él era un fanático de Cantinflas.
Para el año de 1970, Cuba, gracias a que no había profesionalismo y a la gran ayuda que le brindaba la URSS, tuvo recursos suficientes para crear un equipo de invencible en el mundo.
Ese año, en un torneo celebrado en Colombia, los isleños derrotaron a un poderoso equipo de Estados Unidos que tenía figuras que después fueron legendarias en Grandes Ligas, como Burt Hooton y Bucky Dent entre otros, gracias a la sensacional labor de uno de sus lanzadores estrellas, José Antonio Huelga.
-¿Huelga, Huelga? -decía Marcos Pérez en tono jocoso- Pues, sí. Esta es la única Huelga que habrá en Cuba quién sabe hasta cuando- agregó, aludiendo con sarcasmo excepcional al régimen totalitario de Fidel Castro, donde -desde luego- no se permiten estas manifestaciones.
Tanta fue la la fuerza del Maestro, que su legado aún perdura. Una vez, el fallecido periodista cartagenero, Walberto Ahumedo, contaba un jocoso episodio que le ocurrió con un joven aspirante a narrador de béisbol a finales de los 90.
-A ver…¿Por qué cuando hay bases llenas, tu dices situación Morolline? ¿Qué quiere decir situación Moroline…? Explícame eso, por favor- le preguntó.
-¡Ah, no sé. Eso lo decía Marcos Pérez y mi papá lo comenta a cada rato- respondió al joven aprendiz Walberto Ahumedo no pudo contener la carcajada.
-Vea mijo, esa era una cuña radial que tenía don Marcos. Moroline, era una brillantina para el cabello, que ofrecía pagarle 100 pesos al pelotero que bateara un jonrón con las bases llenas. A eso, se refería don Marcos cuando hablaba de la Situación Moroline….
Y habría para escribir todo un libro pero eso ya lo hizo su hijo, Marcos Pérez Quintero.
#cadenaradiallalibertad