Ver a esta niña tan lúcida, crítica y entrañable saltar oficialmente al mercado angloparlante, y de la mano de un traductor como Frank Wynne, es un hito literario y cultural enorme.

Lo más interesante es cómo se mantiene vigente: su humor político y social, envuelto en la ternura y la ingenuidad de una niña de seis años, sigue resonando hoy, como lo hacía en los 60 y 70. La comparación con Peanuts y Calvin & Hobbes es totalmente acertada: los tres universos comparten esa fina ironía que se disfraza de inocencia.

Además, que una editorial especializada en cómic infantil haya apostado por ella demuestra que Mafalda sigue siendo difícil de encasillar: no es para niños, pero ningún niño debería crecer sin conocerla.

#cadenaradiallalibertad