El astrónomo Avi Loeb, director del Departamento de Astronomía de Harvard, ha vuelto a encender el debate científico al plantear que el objeto interestelar 31/ATLAS, actualmente en ruta hacia el sistema solar, podría no tener un origen natural. Este cuerpo fue detectado por el telescopio remoto Deep Random Survey en Chile y confirmado en julio como procedente del espacio interestelar, lo que lo convierte en el tercer objeto de este tipo identificado por la humanidad, junto a Oumuamua y el cometa Borisov.

Loeb señala que el análisis del brillo del objeto sugiere un diámetro cercano a los 20 kilómetros, lo que lo hace inusualmente grande para un visitante interestelar. Según sus cálculos, no hay suficiente material rocoso en el espacio interestelar para producir cuerpos de tales dimensiones con regularidad. Estima que serían necesarios alrededor de 10.000 años para que un objeto de este tamaño llegara al interior del sistema solar, lo que incrementa el misterio sobre su origen.

Otro elemento que despierta la curiosidad del astrónomo es la distribución de su brillo en las imágenes captadas por el telescopio espacial Hubble: la luminosidad se concentra delante del objeto, a diferencia de los cometas, que generan estelas brillantes detrás debido a la sublimación de gases y polvo. “Nunca habíamos visto algo así”, afirmó Loeb, insinuando que podría tratarse de un artefacto artificial. No obstante, matizó que no afirma categóricamente que sea tecnología extraterrestre, sino que su naturaleza es inusual y merece investigación detallada.

Loeb considera que todo objeto interestelar que ingrese a nuestro sistema solar debe ser examinado cuidadosamente. Plantea que podrían representar tanto amenazas como oportunidades: “Podría venir a salvarnos o a destruirnos. Será mejor estar preparados para ambas opciones y comprobar si todos los objetos interestelares son rocas”.

Este no es el primer episodio en que el científico se inclina hacia hipótesis poco convencionales. En 2017, Oumuamua sorprendió por su forma alargada, semejante a una barra, y su trayectoria hiperbólica, indicativa de que no estaba ligado gravitacionalmente al Sol. En un artículo de 2021, Loeb propuso que podía haber utilizado una “vela ligera”, un dispositivo hipotético capaz de aprovechar la radiación solar para propulsarse, lo que abría la posibilidad de que fuera un objeto fabricado por una inteligencia desconocida.

Sin embargo, en 2023, un grupo liderado por Jennifer Bergner (Universidad de Berkeley) presentó una explicación alternativa: la aceleración de Oumuamua se debía a la liberación de hidrógeno provocada por el calor solar al sublimar el hielo, un fenómeno común en cometas, pero perceptible en este caso por su reducido tamaño.

Ese mismo año, Loeb lideró otra investigación al recuperar fragmentos de un meteorito del océano Pacífico. Su análisis reveló aleaciones metálicas que, según él, no se habían visto antes en la Tierra, lo que sugería al menos un origen interestelar, aunque también insinuó la posibilidad de un origen artificial. Muchos científicos recibieron estas afirmaciones con escepticismo, debido a la falta de pruebas concluyentes.

El caso de 31/ATLAS, con su tamaño excepcional y la peculiar distribución de su brillo, ha llevado a Loeb a mantener abiertas las hipótesis más audaces. Aunque gran parte de la comunidad astrofísica prefiere explicaciones conservadoras basadas en fenómenos conocidos, el astrónomo sostiene que explorar escenarios alternativos es esencial para comprender la naturaleza de los visitantes cósmicos.

Debido a que su paso más cercano a la Tierra ocurrirá cuando nuestro planeta esté en el lado opuesto del Sol, no será posible observarlo directamente en ese momento. Esto deja sin respuesta muchas preguntas y dificulta la obtención de datos adicionales. Aun así, Loeb considera que el caso subraya la necesidad de desarrollar protocolos de detección y análisis para cualquier objeto interestelar que ingrese al sistema solar, ya sea un cometa, una roca o —en raras ocasiones— algo fabricado por una inteligencia desconocida.

#cadenaradiallalibertad