El tercer día de la 5.ª Feria Caribe Artesanal en Santa Marta estuvo marcado por una combinación de tradición, creatividad y resistencia cultural frente a las adversidades climáticas. Aunque las lluvias fueron protagonistas durante la jornada, no lograron opacar el entusiasmo de artesanos, visitantes y comunidad académica, quienes participaron activamente en talleres, conversatorios, ventas de productos y muestras culturales que reafirmaron la importancia de este encuentro como escenario de preservación del patrimonio y fortalecimiento de las economías creativas de la región Caribe.

Uno de los momentos más significativos del día fue el taller de alfarería Tayrona, dirigido especialmente a niños y niñas. Esta actividad permitió a los más pequeños acercarse de manera práctica a un saber ancestral que forma parte de la identidad cultural de la Sierra Nevada y del Caribe colombiano. El contacto directo con el barro, el modelado de piezas y la explicación de los procesos artesanales despertaron el interés y la curiosidad de los participantes, generando un espacio intergeneracional donde el conocimiento se transmite de manera vivencial.

El contexto climático, marcado por lluvias intermitentes, no detuvo el desarrollo de la feria. De hecho, los artesanos y artesanas que expusieron sus creaciones lograron concretar ventas exitosas de sus productos, lo cual resultó fundamental para su sustento económico y para demostrar la viabilidad de estas manifestaciones dentro de las llamadas economías creativas. Más allá del aspecto comercial, los artesanos compartieron con la comunidad sus conocimientos sobre técnicas tradicionales como la alfarería, los tejidos y la utilización de pigmentos naturales, resaltando la riqueza de prácticas sostenibles y respetuosas con el medio ambiente que se han transmitido de generación en generación.

La programación de este tercer día también incluyó conversatorios y actividades pedagógicas que aportaron al diálogo cultural y académico en torno a la preservación de las tradiciones. Estos espacios sirvieron no solo para difundir conocimientos, sino también para generar reflexión sobre los retos actuales de las comunidades artesanales frente a la globalización, la pérdida de técnicas ancestrales y la necesidad de promover el consumo responsable de productos hechos a mano.

Asimismo, las muestras culturales ofrecieron a los asistentes un panorama diverso de la riqueza del Caribe, donde música, danza y artes visuales se entrelazaron con las expresiones artesanales, creando una atmósfera festiva y formativa a la vez. La feria, en este sentido, se consolidó como un escenario integral donde el arte y la tradición conviven con la innovación, permitiendo que artesanos, estudiantes, docentes y visitantes dialoguen en torno a la identidad regional.

Este tercer día demostró que la Feria Caribe Artesanal no es únicamente un espacio para la comercialización de productos, sino una plataforma que impulsa el fortalecimiento cultural, económico y social de las comunidades portadoras de tradición. Pese a la lluvia, la participación activa y la respuesta positiva de los asistentes evidencian que el interés por las raíces culturales sigue vivo y que eventos como este son esenciales para garantizar la continuidad de las prácticas artesanales en las nuevas generaciones.

En conclusión, la jornada fue una muestra de resiliencia y compromiso con la tradición. La feria no solo sobrevivió a las inclemencias del tiempo, sino que se fortaleció como espacio de encuentro cultural, reafirmando el valor del patrimonio y su capacidad de generar dinámicas económicas sostenibles para la región Caribe.

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