Este sábado en Milán se instaló la capilla ardiente para despedir a Giorgio Armani, reconocido mundialmente como el “rey” de la moda italiana. El lugar escogido fue el Teatro Armani, ubicado en la calle Bergognone 59, un espacio emblemático diseñado por el arquitecto japonés Tadao Ando e inaugurado en 2015, que funcionaba como sede de sus pasarelas, oficinas y actividades culturales. Allí, en un ambiente de penumbra, se colocó el féretro adornado con flores blancas y rodeado de farolillos, acompañado por una guardia de honor de los Carabineros. Tras él, una pantalla proyectaba un retrato sonriente del diseñador junto con la frase que resume su legado: “El respeto y cuidado por las personas y la realidad. Ahí es donde todo comienza”.
La ceremonia atrajo a varios cientos de personas que hicieron fila desde horas antes de la apertura, a las 9:00 a. m., para rendir homenaje al diseñador. Entre los presentes estuvieron su compañero de vida durante dos décadas, Leo Dell’Orco; amigos cercanos como Federico Marchetti, fundador de Yoox y miembro del consejo de Armani SpA; así como sus sobrinos, entre ellos Andrea Camerana, quien fue uno de sus más estrechos colaboradores. La familia, siempre cercana, acompañó en todo momento el homenaje.
No faltaron figuras reconocidas. El arquitecto Stefano Boeri se unió a la fila común de visitantes, destacando que era la manera más justa de participar. También acudieron John Elkann, presidente de Stellantis y Ferrari, junto a su esposa Lavinia Borromeo, y el alcalde de Milán, Beppe Sala. Este último señaló que “Milán está lleno de Armani; será imposible olvidarlo”, resaltando que su convicción en el trabajo como motor de vida y progreso dejó una huella indeleble en la ciudad. En honor al diseñador, Sala decretó día de luto el lunes 8 de septiembre, cuando se celebrará el funeral privado, ordenando que la bandera de Milán ondee a media asta en todos los edificios municipales.
El presidente del Comité Olímpico Nacional Italiano (CONI), Luciano Buonfiglio, subrayó la influencia de Armani en el deporte, recordando que fue propietario del equipo de baloncesto Olimpia Milano y diseñador de los uniformes olímpicos italianos. En sus palabras, Armani fue un ícono que dio prestigio mundial a Italia y aportó un estilo inconfundible al deporte.
Entre los asistentes también hubo jóvenes estudiantes de moda que madrugaron para rendir tributo, quienes lo describieron como “el rey de la moda” y destacaron no solo su talento creativo, sino también su impacto en Milán y en la industria global.
Ahora, la atención se centra en la apertura de su testamento. Armani no tuvo hijos, pero dejó clara su voluntad de preservar la estabilidad de su imperio, que factura 2.300 millones de euros al año. Para ello creó en 2016 la Fundación Armani, destinada a garantizar la gobernanza y el futuro del grupo. Su patrimonio, estimado en 13.000 millones de euros, será repartido entre su hermana Rosanna, sus sobrinas Silvana y Roberta, su sobrino Andrea Camerana y Pantaleo Dell’Orco, su colaborador y mano derecha de toda la vida, considerado parte de la familia.
El adiós a Giorgio Armani no solo marca la despedida de un diseñador, sino de un símbolo que elevó la moda italiana al máximo nivel mundial, dejando un legado que combina creatividad, valores humanos y visión empresarial.
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