En las estribaciones de la imponente Sierra Nevada de Santa Marta, territorio considerado el “corazón del mundo” por los pueblos originarios, la música ha cobrado un nuevo significado para los niños y jóvenes del Centro Educativo Simunurwa. Este cambio se debe a la llegada de una dotación de instrumentos musicales entregados por el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, a través del programa Artes para la Paz, operado por la Universidad Industrial de Santander (UIS).

La Sierra Nevada es un lugar de gran riqueza cultural y espiritual, donde los saberes ancestrales se transmiten de generación en generación, en un diálogo constante entre los hombres, la naturaleza y lo sagrado. En este contexto, la música no se entiende solo como entretenimiento, sino como un canal profundo de comunicación con el entorno y un reflejo de la identidad de los pueblos que habitan la región. Por ello, la llegada de nuevos instrumentos no solo representa un recurso pedagógico, sino también una oportunidad para fortalecer y resignificar el legado cultural de esta comunidad indígena.

El rector del Centro Educativo Indígena Simunurwa, Luis Mestre, expresó con emoción el impacto que ha generado esta iniciativa. Según sus palabras, la entrega de instrumentos constituye un aprendizaje recíproco: quienes vienen de afuera aportan conocimientos nuevos, y a su vez, se enriquecen con los saberes locales. Para Mestre, esta dotación no se esperaba, pero representa un detalle significativo que contribuirá a fortalecer la formación musical de los estudiantes y a enriquecer su proceso educativo.

En este colegio, la música no es un elemento extraño. Por el contrario, está profundamente arraigada en la vida cotidiana de los niños y niñas, quienes crecen rodeados de los sonidos de la naturaleza y de las expresiones musicales de su cultura. Como lo señala el propio rector, la música es parte esencial de su identidad colectiva, ya que simboliza la alegría, la armonía y la conexión con lo espiritual. En este sentido, la incorporación de la enseñanza musical desde un enfoque pedagógico ofrece a los estudiantes la posibilidad de expandir sus horizontes sin perder el vínculo con sus raíces.

Más allá del aprendizaje técnico, la presencia de este nuevo espacio artístico cumple un papel social fundamental. La música se convierte en un medio para que los jóvenes empleen su tiempo libre de manera positiva, alejándolos de riesgos y entornos poco saludables. De esta forma, el arte no solo enriquece sus vidas, sino que también se transforma en una herramienta poderosa para la construcción de paz y para el fortalecimiento del tejido comunitario.

El programa Artes para la Paz busca precisamente eso: tender puentes entre tradición y modernidad, entre identidad y apertura, entre cultura y convivencia. Para los niños de Simunurwa, cada instrumento recibido es una semilla de esperanza y un símbolo de que la educación, el arte y la cultura pueden ser caminos hacia un futuro mejor. En la Sierra Nevada, donde cada sonido es un eco de la naturaleza, la música vuelve a resonar con fuerza como instrumento de unión, aprendizaje y paz.

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