Murió arrepentido de haber luchado para liberar estas naciones. Al final de su vida, los sueños del Libertador ya no fueron libertarios
Por José ‘Pepe’ Sánchez – PepeComenta
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Nació el 24 de julio de 1783 y tras haber puesto todo su empeño en luchar por la Independencia de gran parte de América Latina, en sus últimos tiempos lamentó haberlo logrado. ¿Tenía razón el Libertador cuando dijo que la anarquía, el salvajismo, el odio entre hermanos y las traiciones conducirían al caos a esta región? ¿Es esto lo que se vive hoy?
Al final de su vida, los sueños de Bolívar ya no fueron libertarios; en algunos pasajes de epistolario, se nota el arrepentimiento de haber contribuido a la independencia de estos países.
Sus últimos días, pensando en que todo su sacrificio había sido en vano, debieron ser terribles; tanto, que pidió que estas naciones se convirtieran en un protectorado británico:
Murió arrepentido de haber luchado para liberar estas naciones
Así lo cuenta la escritora Pilar Moreno de Ángel en la biografía que hace del Hombre de las Leyes:
-Por aquel entonces el Libertador sentía una inmensa admiración por la Gran Bretaña, a la cual apellidaba Señora de Naciones. Su pensamiento con respecto a ése país se lo manifestó así a Santander: “La Inglaterra se halla en una progresión ascendente, desgraciado del que se le oponga; aún es desgraciado el que no sea su aliado, o no ligue su suerte con ella. Toda la América junta no vale una Armada Británica”.
En carta a Francisco de Paula Santander en 1826, ya advertía sobre las dificultades para conseguir la unidad:
-Tenemos dos millones y medio de habitantes derramados en un dilatado desierto. Una parte es salvaje, otra esclava, los más son enemigos entre sí y todos viciados por la superstición y el despotismo. Hermoso contraste para oponerse a todas las naciones. Esta es nuestra situación, nuestra Colombia– escribió con gran amargura el Libertador.
Este no ponerse de acuerdo sobre los temas de gobierno, era otra de las inquietudes de Bolívar, quien con desgarrador sarcasmo comentó desde Bolivia -y después presentó la afirmación en el Congreso de Ocaña- que el futuro del país era incierto debido a la calidad de sus gentes.
-Mestizos que ayer eran esclavos y hoy se cree cada uno de ellos el dueño de un país- fue su dolorida expresión, la que amplió un poco más en otra carta, esta dirigida a su amigo Joaquín Mosquera, quien después sería vicepresidente de la Nueva Granada.
-No quieren monarquías ni vitalicios y menos aún aristocracia. ¿Por qué no se ahogan de una vez en el océano estrepitoso y alegre de la anarquía?- preguntaba.
Sí, anarquía, desorden en todos los campos, desgobierno, desunión, rivalidades, odios irreconciliables, parecen ser el destino que previó Bolívar y del que los colombianos no han podido y quizá jamás podrán liberarse.
–No hay buena fe en América, ni entre las naciones. Los tratados son papeles; las constituciones libros; las elecciones combates; la libertad anarquía; y la vida un tormento discordante:
anarquía, monstruo sanguinario que se nutre de la sustancia más exquisita de la república, y cuya inconcebible condición reduce a los hombres a tal estado de frenesí, que a todos inspira amor desenfrenado del mando absoluto, y al mismo tiempo odio implacable a la obediencia legal- indica en el mismo texto a Mosquera.
Peor aún fue la nota dirigida a J.J Flores el 9 de noviembre de 1830, ya en su lecho de muerte y donde se arrepiente de haber libertado a Colombia y dice que lo mejor que se puede hacer, es “Emigrar de América”.
-V. sabe que yo he mandado 20 años y de ellos no he sacado más que pocos resultados ciertos. 1°. La América es ingobernable para nosotros. 2°. El que sirve una revolución ara en el mar. 3°. La única cosa que se puede hacer en América es emigrar. 4°. Este país caerá infaliblemente en manos de la multitud desenfrenada, para después pasar a tiranuelos casi imperceptibles, de todos colores y razas. 5°. Devorados por todos los crímenes y extinguidos por la ferocidad, los europeos no se dignarán conquistarnos. 6°. Sí fuera posible que una parte del mundo volviera al caos primitivo, este sería el último período de la América…
Hubo, no obstante, un halo de esperanza en el final, como lo señaló en su última Proclama, el 1o de diciembre de 1830:
Mis últimos votos son por la felicidad de la Patria. ¡Si mi muerte contribuye a que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro!
Bueno, tal el pensamiento de Bolívar sobre nuestro conglomerado y ahora ustedes lectores, analicen bien el panorama actual y mediten un poco sobre estos criterios esbozados por el Libertador. ¿Tenía razón?