Por: Waldyr Torres

Lalo Schifrin, el renombrado compositor argentino cuya música definió la identidad sonora de generaciones de películas y series, falleció a los 93 años debido a complicaciones por una neumonía. Su muerte marca el cierre de una era en la historia de la música cinematográfica, tras más de seis décadas de prolífica creación y una influencia que trascendió géneros, formatos y fronteras.

Nacido en Buenos Aires en 1932, Schifrin creció en un ambiente musical, hijo de un concertino de la Filarmónica de Buenos Aires. Su pasión por el jazz lo llevó a desafiar la censura del régimen de Juan Perón en los años 40, contrabandeando discos prohibidos mientras estudiaba. Más adelante, se formó en composición con Juan Carlos Paz y luego en París con Olivier Messiaen, combinando la educación clásica con la práctica en clubes de jazz parisinos.

Su carrera internacional despegó en 1958 cuando Dizzy Gillespie lo invitó a Estados Unidos para ser su pianista y arreglista. Con Gillespie compuso “Gillespiana” (1960) y “The New Continent” (1963), que lo consagraron como un innovador en el jazz. Posteriormente, firmó con Verve Records y ganó su primer Grammy por “The Cat” en 1965. Su obra “Jazz Suite on the Mass Texts” y el álbum “Marquis de Sade” reforzaron su reputación como pionero en fusionar jazz con estructuras clásicas.

Su llegada a Hollywood en 1963 marcó el inicio de una etapa de gran impacto. Compuso para series como The Alfred Hitchcock Hour y The Man From U.N.C.L.E., y debutó en el cine europeo con Les Félins (1964), cinta que él consideraba el inicio real de su carrera cinematográfica. En los años 60 y 70, Schifrin compuso partituras inolvidables como Cool Hand Luke, Bullitt, The Cincinnati Kid y Enter the Dragon, película protagonizada por Bruce Lee que marcó un hito en el cine de acción con influencias asiáticas.

Su colaboración con el director Don Siegel lo llevó a musicalizar filmes como Dirty Harry, The Beguiled y Magnum Force. En la década de los 70, experimentó con nuevos lenguajes musicales: coros en THX 1138, sonidos renacentistas en The Four Musketeers, y atmósferas circenses en Rollercoaster. También trabajó con Sam Peckinpah en The Osterman Weekend y regresó a sus raíces argentinas en Tango de Carlos Saura (1998).

En televisión, su legado es inmortal gracias al tema de Mission: Impossible, compuesto en 1966. Con su inusual compás de 5/4 y tono ligero pero dinámico, la pieza ganó dos Grammy y alcanzó popularidad mundial al ser reutilizada en las películas protagonizadas por Tom Cruise desde 1996. Su pista “Danube Incident” también se convirtió en un clásico del sampleo en géneros como hip-hop y trip-hop.

Schifrin compuso para más de 40 películas y miniseries televisivas y documentales, incluyendo Doomsday Flight, Don Quixote y The Rise and Fall of the Third Reich, que adaptó a una cantata. En el ámbito sinfónico, escribió obras como Cantos Aztecas, conciertos para piano, guitarra y violín, además de siete álbumes con la serie Jazz Meets the Symphony, que le otorgaron cuatro nominaciones más al Grammy.

Su última gran obra fue Long Live Freedom, una sinfonía de 35 minutos dedicada a Argentina, estrenada en el Teatro Colón en abril de 2024. En 2008 publicó su autobiografía Mission Impossible: My Life in Music, y en 2018 recibió un Oscar honorífico, siendo el tercer compositor en lograrlo, entregado por Clint Eastwood, con quien trabajó en ocho películas.

Nominado seis veces al Oscar y con múltiples premios Grammy y Emmy, Schifrin deja un legado que aún resuena en el cine, la televisión y la música de concierto. Le sobreviven su esposa Donna, tres hijos y cuatro nietos. Su música, innovadora y atemporal, sigue siendo parte esencial del imaginario sonoro contemporáneo.

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