En la actualidad, los animales de compañía se han convertido en aliados esenciales para promover una vejez activa, saludable y emocionalmente equilibrada. Su presencia en la vida de las personas mayores ha sido objeto de diversos estudios que coinciden en destacar los beneficios físicos, psicológicos, cognitivos y sociales que genera esta convivencia. En un contexto donde la soledad y el aislamiento son problemáticas frecuentes en la tercera edad, el vínculo con una mascota representa una alternativa efectiva para mejorar la calidad de vida.

Uno de los aspectos más relevantes es la mejora de la salud física. La tenencia de un perro, por ejemplo, fomenta la actividad física mediante paseos diarios que, aunque breves, contribuyen a mantener la movilidad, la flexibilidad y la autonomía. Este hábito también reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares y promueve la salud general. Investigaciones, como un estudio realizado en Australia, han evidenciado que los adultos mayores dueños de perros alcanzan más fácilmente los niveles de actividad física recomendados para su edad que quienes no tienen mascotas. Adicionalmente, se ha comprobado que convivir con animales puede ayudar a reducir la presión arterial y los niveles de colesterol, así como a disminuir la producción de cortisol, la hormona del estrés, generando un mayor bienestar físico y emocional.

A nivel emocional y psicológico, las mascotas proporcionan compañía constante y apoyo incondicional, factores cruciales para enfrentar la soledad y la depresión en la vejez. El contacto físico, como acariciar a un animal, estimula la liberación de hormonas vinculadas con la felicidad, entre ellas la oxitocina, la serotonina y la dopamina. Asimismo, el cuidado de un animal otorga a las personas mayores un sentido de propósito y responsabilidad, elementos vitales para mantener una actitud positiva frente a la vida.

En el campo de la estimulación cognitiva, la convivencia con mascotas también resulta beneficiosa. El acto de atender sus necesidades cotidianas ayuda a mantener la mente activa, mejora la memoria, la concentración y la capacidad de aprendizaje. La rutina establecida a partir del cuidado animal proporciona estructura a la vida diaria, favoreciendo la disciplina y la organización mental, lo cual resulta clave en el proceso de envejecimiento saludable.

Otro aporte importante es el fomento de la socialización. Las mascotas funcionan como mediadores para la interacción entre personas. Durante los paseos o visitas al veterinario, las personas mayores tienen la oportunidad de entablar conversaciones y ampliar sus círculos sociales, disminuyendo así el riesgo de aislamiento. Este aspecto contribuye no solo al bienestar emocional, sino también al fortalecimiento del sentido de comunidad.

Finalmente, los animales de compañía cumplen un rol fundamental en situaciones de duelo y enfermedad. Tras la pérdida de un ser querido, las mascotas ofrecen consuelo y compañía, ayudando a reducir la tristeza y el impacto emocional negativo. En entornos hospitalarios, especialmente en pacientes terminales, se ha demostrado que la presencia de animales disminuye el estrés y la ansiedad, mejorando de forma significativa la calidad de vida en los últimos momentos.

En conclusión, las mascotas representan un apoyo integral en la vejez, ya que promueven el bienestar físico mediante la actividad diaria, favorecen la estabilidad emocional a través de la compañía, estimulan las capacidades cognitivas, impulsan la interacción social y ofrecen consuelo en circunstancias difíciles. Por todo ello, los animales de compañía no solo enriquecen la vida de los adultos mayores, sino que se consolidan como aliados indispensables para alcanzar una vejez activa, digna y plena.

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