Por Sergio Amarís

Hoy quiero recordar a Roberto Benigni, actor y productor de cine italiano. Sin duda marcó mi vida por hacer bonito lo feo de una manera magistral.

La película, la vida es bella estrenada en 1997 fue sin duda un suceso para la historia. Creo que la palabra precisa es. inolvidable.
Hacer bonito lo feo para nada es una tarea fácil, pero es -a mi juicio- una obligación moral que tenemos todos aquellos que nos denominemos “Adultos”.

Si te subo a un andén que está a unos 10 cm del piso y te digo que imagines que estás en un décimo piso y parado al pie de un precipicio, a lo mejor te carcajeas y lo tomarás como un buen chiste.
Pero si hacemos la misma dinámica y luego te pongo unas gafas de realidad virtual y ves que realmente estás al pie de un precipicio, creo que no te dan muchas ganas de reír.

Al principio te pegarás el susto de tu vida y luego empezará una contienda entre tu mente recreativa y tu mente objetiva, afirmando que todo es un juego y que tal cosa no puede estar pasando.

Sabes que es un juego y que con sólo quitarte las gafas, todo regresará a la normalidad, sin embargo deseas seguir jugando al riesgo de estar parado al borde de un décimo piso, pero si por aquellas cosas de la vida, sufres de acrofobia (fobia a las alturas) lo más probable es que no soportes las gafas ni un solo instante.

Basados en la teoría de que la realidad es nuestra propia creación y por tanto no hay dos realidades iguales, incluso si estamos detenidos en el mismo tiempo/espacio de otros semejantes, sabemos entonces que podemos cambiar eso que llamamos realidad con un pensamiento sostenido, por más inverosímil que parezca el cambio que deseamos realizar o mantener -si es el caso-

No es entonces que a una mujer la persigan los hombres borrachos, irresponsables y golpeadores. Es absurdo pensar que toda la población masculina esté conformada por este único patrón conductual, es más bien que ella piensa que todos los hombres son borrachos, que todo borracho es golpeador y por ende irresponsable.

Es su convicción sistemática y no los hombres los del problema.

Igual que aquel que quiere ligar y se va a un gimnasio, tiene más probabilidades de conseguir una chica superficial y frívola que si se va a hacer lo mismo a una biblioteca.

Personas que caminarán bajo su concepto, o una especie de nube y adonde vayan encontrarán el tipo de personas que temen encontrar y por supuesto, ellos y ellas con gusto complacerán su teoría reafirmándola una y otra vez para que cada vez estén más convencidos que no tienen escapatoria y que esa no solo es su verdad, sino una verdad general.

Hace poco escuché la frase de un colega amigo que es técnico de acordeones y al que la vida no le ha sonreído mucho.

Lo han invitado a diferentes lugares y territorios donde supuestamente no habrá más técnicos de acordeones que él y donde la oferta de acordeones averiados es alta.

El insiste en que ya ha vivido esa misma experiencia otras veces, con las mismas palabras y que finalmente le termina yendo mal.
Pero ahí no para el asunto.

La frase que llegó a mis oídos y que me dejó de una sola pieza fue la que le dijo a alguien que volvió a invitarlo a una ciudad del eje cafetero –Colombia-, donde -una vez más- él iba a ser el hit del momento, arreglando acordeones.

Su discurso fue: “Voy a gastarme lo que no tengo comprando el tiquete para ir, solo para demostrarte que otra vez me va a ir mal”

Y para asombro del anfitrión… Lo que más temía su invitado, pasó.

El auto sabotaje hizo que fuera más importante demostrar que de verdad es de malas, que aportar un ápice de entusiasmo para cambiar su lamentable realidad.

La asertividad que contiene una convicción de esta magnitud, es directamente proporcional a la misma afirmación positiva y optimista, generada incluso por la misma persona si solo decide dar una pequeña vuelta de tuerca a su “perorata”.

Es de locos, pero demostrar que él tenía razón, lo hacía triunfador en la desgracia, a pesar que se tratara de su propio pellejo.

La distancia entre optimismo y pesimismo está basada en una espiral de valoración ascendente o descendente cual pequeños peldaños que hacen que la vida empiece a sonreír o a llorar y todo depende de nosotros mismos y de nadie más.

Los días buenos por decisión también existen, pese al cielo nublado y a que los lugares donde nos dirigíamos estén cerrados.

Decidir hacer, como Benigni, bella la vida, a un niño o a nosotros mismos, en medio del holocausto, es, no solo placentero, sino necesario y hoy día, obligatori

Pensamientos que crean endorfinas sonrientes, páncreas e hígados y riñones felices y por supuesto un corazón galopante y dispuesto, tiene más que ver con las gafas de realidad virtual imaginarias que hacen que todo sea del color del cristal con que se mira y no del pensamiento degenerativo que insiste en que nada puede mejorar porque el punto de partida de donde se generan las ideas, está programado para que aquella nube gris se pose de nuevo sobre nosotros, aún sin haberla invitado.

Puedo pensar que soy feliz ya y con lo que tengo o puedo pensar que para tal estado, debo caminar un trecho y una vez llegue a ese lugar, cualquiera que sea, seré feliz.

No es la felicidad la que tarda.

Es la mente de tantos y tontos y sus conceptos anquilosados, fosilizados y sepultados a miles de kilómetros de la profundidad emocional de un optimista que no sabe cómo salir de tanta idea que otros le grabaron a un casette en blanco, al que solo había que darle play-record y no se ha dado cuenta que esa tecnología hace rato, pasó a formar parte del museo de la música, pero que “ellos” guardan fielmente, cuidan y defienden en el corazón de una esperanza que ya ni siquiera se desespera por seguir esperando que algún día exista un cambio.

Dentro de cada uno de nosotros hay un Roberto Benigni, dispuesto a hacer una película (La vida), basada en la historia de un niño (nuestra mente), que jamás pudo ver el horroroso holocausto, porque Roberto (nosotros), no se lo permitió.
¡¡Luz, cámara, acción!! Y empieza a rodar como quieres que sea en lo sucesivo tu propio film.

No es magia, no es un discurso sobre superación personal, es, como casi todas las cosas simples de la vida, tan sencillo de hacer, que casi nadie lo practica porque lo sencillo es tan obvio, que la mayoría prefiere pensar que es mentira, solo porque lo “In” es lograr cosas atravesando un camino complejo para que pueda ser meritorio. Otra idea insertada de quien sabe quien, quien sabe cuánto tiempo atrás, que ya olvidaste y ahora ella, la idea, funciona en ti en piloto automático, haciéndote ser y hacer, lo que no deseas.

#cadenaradiallalibertad