Por: Redacción
«El significado de una palabra está en el uso»: Wittgenstein
Señala el Maestro Germán García: 
La marimonda, es el disfraz popular del pene y se ha convertido en nuestro dios de la resistencia en el cual creemos los barranquilleros de manera absoluta.
Hacia el mes de noviembre del año 2018, un inusual aguacero matutino atrasó la clausura del III Congreso de Filosofía del Caribe Colombiano cuyo acto académico central era un panel entre los profesores Eduardo Bermúdez, Numas Armando Gil y René Campis, programado en el segundo piso de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del Atlántico. Allí estaba colgada una exposición de marimondas sugerentes de Germán García para optar el título de Maestro en Artes Plásticas lo que nos permitió a los asistentes degustarla. El título, de los cuadros, «Mondateón«, la técnica ‘screen’ (serigrafía).
“– ¿Por qué ‘screen’? –” preguntó alguien en voz alta. “– Para masificar el arte –” respondió el autor que recién llegaba al recinto, y en seguida pasó a explicar, además, las razones de sus estampas:
«Es una respuesta desde el arte popular a la invasión cultural de los superhéroes — nos siguió diciendo — y la trasmito a través de la marimonda. Es decir, no los aceptamos, es un rechazo, así como cuando hacemos la señal consabida con el dedo de la mitad de nuestras manos al saber que nos quieren imponer algo. La marimonda, es el disfraz popular del pene y se ha convertido en nuestro dios de la resistencia en el cual creemos los barranquilleros de manera absoluta. Si los romanos tenían panteón nosotros tenemos mondateón«, terminó argumentando el artista.
Evidentemente, la colonización a que históricamente nos han sometido no solo es gringa, sino de todo tipo. No nos dejan expresar, y si lo hacemos con propiedad muchos se avergüenzan. Lo de afuera es mejor. Por fortuna tenemos en Barranquilla el carnaval para dar riendas sueltas a las represiones y la marimonda (mari – monda, sin tilde en la última a) es una forma de disfrazarse del sexo masculino como lo dijo el maestro García. Esa palabra vulgar que todos usamos proviene del verbo mondar que significa pelar, y por la similitud entre la forma del banano con el pene, y de la cáscara con el prepucio, la relación es obvia.
Sabido es que a través de toda la historia universal el ser humano le ha rendido culto al asta viril. Quizá por haber desarrollado nosotros el mayor miembro entre todos los primates, según el zoólogo Desmond Morris, debido a su uso constante, ya que el sexo entre los hombres no es fundamentalmente para fines reproductivos sino recreativos, agregamos nosotros.
Morgan y Engels afirman que las sociedades avanzaron aceleradamente solo desde la instauración del patriarcado en comparación con lo largo y lento que significó el matriarcado. En nuestro medio, a pesar de mis amigas feministas, a quienes tanto quiero, seguimos siendo mayoritariamente falocráticos. La semiología hoy considera que los reyes no solo tenían corona sino también cetro, cuya tallado o esculpido evoca a un falo enhiesto. Simbólicamente éste se les daba don, poder y mando a los monarcas además del derecho de pernada sobre sus súbditos.
Tal parece qué en Barranquilla, antes de entrar en uso el término que estamos referenciando (que como vimos significa pelar y de ahí el escribillo de la Opera del mondongo de José María Peñaranda que tanto se canta frenéticamente en el carnaval y que no vamos aquí a repetir, pues pertenece a la tradición oral), la palabra utilizada para referirse al sexo masculino era verga, que incluso aparece en el Diccionario de la R.A.E. y que deriva del lenguaje de marineros, y se equipara al palo opuesto en el mástil que sirve para sostener la vela.
El mástil a su vez se inserta de un hueco, la quilla, en la base del barco, que ellos denominan ‘coño’. Las inferencias saltan a simple vista.
Tomado de: https://pepecomenta.com
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