Pac-Man, el célebre videojuego japonés creado en 1980, cumple 45 años convertido en un fenómeno cultural que trasciende el mero entretenimiento. Su origen se remonta a una anécdota cotidiana: Toru Iwatani, su creador, observó cómo una pizza a la que le faltaba una porción adquiría la forma de una boca abierta. De allí surgió la idea de un personaje simple, amigable y universal que encarnara el acto de comer, concepto que pronto conquistó a jugadores de todas las edades y géneros.

El diseño de Pac-Man se destacó en una época dominada por videojuegos bélicos y competitivos. A diferencia de estos, apostó por un estilo accesible, pensado también para mujeres y familias. El jugador controla a una figura amarilla que recorre laberintos, devora puntos y evita a cuatro fantasmas con personalidades distintas (Blinky, Pinky, Inky y Clyde). Esta dinámica sencilla pero desafiante genera un balance entre azar, estrategia y destreza, convirtiendo la experiencia en un reto tanto para principiantes como para expertos.

La estética visual y sonora fue otro de sus pilares de éxito. Colores brillantes, formas redondeadas y personajes “adorables” inspirados en la filosofía japonesa del wabi-sabi dieron vida a un símbolo inmediato y reconocible. Según Michiko Kumagai, de Bandai Namco, Pac-Man se ha convertido en un icono global tan universal como los arcos dorados de McDonald’s: de un vistazo se entiende su significado.

El impacto cultural y social de Pac-Man ha sido enorme. Ha generado más de 14.000 millones de dólares en ingresos, se ha jugado en innumerables plataformas, desde consolas clásicas como NES hasta Xbox modernas, y ha inspirado películas, series animadas, cómics y relanzamientos. Además, su influencia se ha extendido al campo científico. Neurocientíficos y psicólogos lo han usado para estudiar reacciones cerebrales frente al peligro, procesos de decisión estratégica en humanos y primates, y hasta patrones de cognición y movimiento ocular en simios. Este uso interdisciplinario muestra cómo un diseño lúdico puede convertirse en herramienta de investigación.

A lo largo de las décadas, Pac-Man ha evolucionado con secuelas como Ms. Pac-Man y propuestas más recientes como Laberinto de Sombras, que incorporan elementos de ciencia ficción y nuevas mecánicas, sin perder la esencia visual y conceptual original. Asimismo, el personaje ha sido protagonista de torneos internacionales y forma parte del imaginario colectivo de varias generaciones.

La clave de la longevidad del juego reside en su capacidad de ser interpretado en distintos niveles: quien busca diversión casual lo disfruta de inmediato, mientras que los jugadores expertos exploran patrones avanzados y estrategias complejas. Esta dualidad lo mantiene vigente tanto en la cultura popular como en comunidades competitivas.

En conclusión, Pac-Man es mucho más que un videojuego: es un ícono de la cultura pop, una obra de diseño minimalista con resonancias filosóficas japonesas, un referente económico global y una herramienta científica. Su vigencia durante 45 años demuestra que los clásicos nacen de ideas simples capaces de conectar con lo humano de manera universal.

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