Cien veces más potente que la morfina y cincuenta más que la heroína, así es el fentanilo, la droga sintética que salió de los quirófanos para tomarse no solo las calles y rumbas, sino también la vida de muchos jóvenes, población que según varias investigaciones es la más afectada, sobre todo, en Estados Unidos.
Este opiáceo sintético comenzó a utilizarse en la década de los 90 para aliviar los dolores crónicos en pacientes. Sin embargo, con el tiempo entró en el mercado ilegal, lo que llevó a convertirlo en un problema de salud pública que preocupa y ocupa a médicos del sector de la salud, quienes reciben cada vez más casos.
La forma ilegal de esta droga es hecha en laboratorios clandestinos y se distribuye en distintas presentaciones, algunas de estas son: en polvo, sobre papel absorbente en un formato con aspecto de caramelos pequeños, en goteros de colirio o aerosol nasal, u otras formas para evitar la detección por parte de las fuerzas del orden público, es decir, en envases de dulces.
De acuerdo con la Administración de Control de Drogas (DEA), dos miligramos de fentanilo puede causarle la muerte a una persona. Además de ser letal, es más barato en relación con la heroína y las píldoras, y ha remplazado casi por completo estas otras formas de opioides en el mercado de las drogas recreativas.
Algo que causa gran preocupación es que el fentanilo es difícil de detectar y muchas personas llegan a consumirlo sin siquiera saberlo. En Estados Unidos, este opioide es considerado una auténtica epidemia, siendo en 2021 la principal causa de que se alcanzara el récord de más de 107.000 muertes por sobredosis.

“Una pastilla mató a mi hijo”

Uno de los casos que más conmoción ha causado es el del joven Elijah Figueroa, quien murió a sus 20 años de edad a causa de una pastilla falsificada que compró en internet, para tratar su ansiedad y depresión.
Según contó Perla Mendoza, madre de Elijah, durante una entrevista con una cadena de televisión estadounidense en español, su preocupación comenzó cuando su hijo apenas tenía 16 años, tiempo en el que notó un cambio en su actitud y en sus notas académicas, razón por la que acudió a un médico y psiquiatra.
“El psiquiatra le recetó medicación para la ansiedad y la depresión. A él no le gustaba tomársela y yo a fuerza se la daba. La primera vez que noté algo grande fue en una feria, me hablaron que algo tenía mal este niño y se veía como borracho. Subí a su cuarto y encontré unas pastillas, eran Xanax, las mismas que le habían recetado”, dijo.
Todo parece indicar que en la búsqueda de obtener dichas pastillas, Elijah compró a través de la red social de Snapchat fentanilo adulterado, pensando que era Xanax.
Tras la muerte de su hijo, Perla se propuso encontrar a quien le había vendido la fatal dosis que lo mató, y aunque logró dar con su paradero y que se reabriera el caso, no fue hasta después de dos años y medio que pudieron detenerlo.
Después de esta trágica experiencia como madre, creó una fundación para educar sobre los peligros del fentanilo y dar a conocer que esta droga no es nada parecida a lo que se ha visto en el pasado.
“Yo no sabía nada del fentanilo, la primera vez que lo oí fue cuando murió mi hijo y saber que hay personas que siguen haciendo esto, no podía quedarme sentada, hay trabajo que hacer. Una pastilla mató a mi hijo y no quiero que esto le pase a nadie más”.
Es muy importante que la sociedad tenga muy en cuenta que el fentanilo puede fabricarse en forma de pastillas y mezclarse con otras píldoras falsificadas. Esto aumenta las probabilidades de que algunas personas piensen que están tomando un opioide menos potente, como la oxicodona, pero en realidad estén consumiendo esta droga mortal.

¿Qué tan letal es?

Como otros opioides, el fentanilo causa somnolencia y sedación, por lo que una persona que lo consuma mucho perderá el conocimiento y dejará de respirar.  Tomar incluso una pequeña cantidad puede ser mortal.
Para revertir una sobredosis los expertos recomiendan la naloxona, un medicamento que bloquea los efectos de los opioides, es segura, fácil de usar, y con frecuencia se administra con un atomizador nasal. También es fundamental recibir atención médica inmediata.

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